Aprendemos en función de como nos vinculamos

Manos de mamá e hijo juntas

Existe una relación de la Teoría del Apego de Bowlby con el aprendizaje, destacando la necesidad de contar con una base segura para poder aprender.

El proceso de desarrollo se nutre de la necesidad de movimiento y exploración, e la capacidad innata del niño de procesar e integrar información de tipo cognitivo y emocional, y del cuidado, el afecto y la estimulación de los adultos.

La mayoría de los niños/as se adaptan a los cambios, como por ejemplo el comienzo en la escuela y aprovechan enseguida lo que ésta le ofrece y ponen en marcha el proceso de aprendizaje. Pero algunos no pueden afrontar esta adaptación y a pesar de contar con las capacidades adecuadas y presentan dificultades de aprendizaje, les cuesta controlar la impulsividad, relacionarse con sus iguales, aceptar los límites y tolerar la frustración de no saber, mantener el interés durante la exploración, buscar estrategias, tener cierta autonomía…

¿Hasta qué punto la ansiedad y las preocupaciones del niño/a interfieren en el aprendizaje?
Para entender y ayudar al niño/a, habrá que tener en cuenta:

  • Los niños/as tienen una historia de relaciones y aprendizajes, unas expectativas familiares e individuales y unas capacidades y aptitudes para incorporar y procesar la información determinadas.
  • Las dificultades de aprendizaje o de comportamiento deberían ser entendidas como síntomas de inseguridades.

Las propuestas de la teoría del apego pueden contribuir a hacer entender las dificultades desde una perspectiva evolutiva.

Para aprender hay que sentirse seguro
El sentimiento de seguridad se adquiere en las primeras edades en las interacciones repetidas con los adultos significativos, es decir los padres.

La calidad de las respuestas de dichos adultos a los comportamientos con los que los niños/as buscan la proximidad y el contacto llamando la atención favorecerá más o menos el desarrollo de un sentimiento de seguridad y confianza.

De esas primeras interacciones surgirán modalidades de reacción que influirán en la forma de afrontar la realidad y en el trato con los demás a lo largo de toda su vida.

Los adultos deberían ser capaces de sintonizar empáticamente con las necesidades y los estados emocionales del niño/a , y de transmitirle el sentimiento de ser comprendido por otra persona, así como de ofrecerle un entorno sensible en el que se considere que merece la pena saber lo que le pasa a uno y comunicarlo.

Este sentimiento de seguridad será determinante para poder gestionar las emociones y desarrollar las competencias cognitivas y relacionales básicas para poder afrontar el aprendizaje y los intercambios sociales.

El tipo de vinculación se refleja en la forma de aprender
Los niños con una vinculación segura, cuentan con un sentimiento de seguridad básica que les permite sentirse autónomos, curiosos y estimulados para explorar la realidad y la forma de comportarse de los demás y tolerar la frustración de no saber , y son competentes tanto en lo cognitivo como en lo afectivo.

Los niños con una vinculación insegura, no debe considerarse patológica, sino un indicio de cierta dificultad para manejar las emociones, probablemente porque los padres inconscientemente se lo han transmitido. Son niños que muestran su inseguridad a través de muestras de ansiedad cuando tienen que separarse de las personas conocidas o afrontar nuevas situaciones desconocidas, la falta de contacto con las propias emociones y de la empatía hacia los demás, la pobreza del juego, el miedo de explorar lo desconocido, las dificultades para comunicarse…

Son expresiones de vulnerabilidad producto de experiencias tempranas de vinculación, se pueden perpetuar o incrementar si no hay posibilidad de establecer relaciones más positivas con otras personas que permitan vivir nuevas situaciones de seguridad y revisar los modelos mentales de vinculación establecidos.

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